Hacer frente a los cuidados de un familiar que se encuentra en el final de su vida es una situación muy difícil y con mucha carga emocional. En esos momentos los sentimientos están a flor de piel y la tristeza lo llena todo. Nuestra mayor prioridad debe ser acompañar a ese ser querido, procurándole el mayor bienestar posible y sin olvidarnos de cuidarnos a nosotros mismos.
Tener la posibilidad de despedirnos facilita el proceso de adaptación y previene futuros duelos complicados.
La despedida permite el desahogo emocional, dar valor a la vida de la persona enferma, sentir su calor y agradecerle todo lo que hemos recibido de ella.
Comienza así un proceso al que, una vez producido el fallecimiento, acompañarán rituales como la velación en el tanatorio, el funeral y el entierro. El fin de todo ello es decir adiós de una forma humana, cercana y desde el amor que nos une a esa persona.
Cada despedida es única, pero compartimos algunos consejos que pueden ayudar a enfrentarse a este momento tan delicado:
- Comunicación: es importante cuidar la forma en la que hablamos con la persona que va a fallecer, dejando un espacio para que tenga la libertad de expresar cómo se siente y que comparta lo que considere necesario. Por nuestra parte, recordar anécdotas, expresar lo que sentimos hacia ella es fundamental para no quedarnos con la sensación de haber dejado cosas pendientes. Debemos procurar transmitirle afecto y compañía. En caso de que no encontremos las palabras, lo mejor es cogerle de la mano para hacerle saber que estamos a su lado.
- No evitar hablar de la muerte: este tema es uno de los grandes tabúes de la humanidad, rodeado de miedo, incertidumbre y silencios hasta el momento en el que nos tenemos que enfrentar a la muerte de cara. Si nuestro familiar quiere abordar su muerte, debemos escucharle de manera cercana y sincera, ya que nos hablará de sus temores, de aquellas cosas que deja pendientes y compartirá con nosotros todo lo que piensa y siente.
- Favorecer la espiritualidad: debemos facilitar, en la medida de lo posible, que se realicen los rituales según sus creencias religiosas y culturales. También hay que permitir que dejen su legado tal y como desean a través de instrucciones finales, deseos en cuanto a su descanso, etc.
- Respetar sus decisiones: las personas tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones hasta el último momento. En caso de no poder hacerlo, el tutor que hayamos designado será el responsable.
- Incluir a los más pequeños: los menores también tienen que participar en este proceso. Debemos permitirles despedirse y resolver todas las dudas que les puedan surgir sobre la situación.
- Evitar la culpa: la muerte es una parte natural de la vida y no podemos controlarla. Es la única certeza absoluta: todo lo que nace muere. Tenemos que dejar la culpa a un lado y evitar pensamientos como: “no hice lo suficiente” o “si hubiese sido de otra manera”, etc.
- Celebrar la vida de la persona: Es primordial que quien se va lo haga sabiendo que ha dejado huella en el mundo que le rodea. Para ello, se pueden compartir historias y recuerdos divertidos, hablar de anécdotas pasadas y, sobre todo, hacerle saber lo importante que ha sido para nosotros.
La despedida de un ser querido siempre es una circunstancia de mucha tristeza. En el siguiente enlace compartimos una guía que aborda este final y que facilita pautas sobre el cuidado emocional de la persona que va a fallecer, la despedida y el respeto a las últimas voluntades de nuestro ser querido, el autocuidado, la comunicación con el entorno y la documentación inherente a un fallecimiento.