En la sociedad actual vivimos de espaldas a la muerte siempre que podemos. Por eso nadie nos ha enseñado cómo actuar ante alguien que está sufriendo la pérdida de un ser querido. Todos hemos escuchado en algún momento frases inadecuadas que nos han provocado incomodidad. Hay muchas personas que, al tratar de llenar el silencio causado por el dolor y la tristeza, lo llenan de ideas torpes e inadecuadas.
¿Qué debemos evitar decir?
- “El tiempo lo cura todo”: no es el tiempo el que cura el dolor, solo nos hace ver las cosas desde otra perspectiva y nos ayuda a poner distancia real con la muerte de la persona, permitiendo así tener otra percepción de la situación. No podemos esperar que el dolor desaparezca por arte de magia, pero lo que cada uno haga con su tiempo permitirá una mejor resolución del duelo.
- “A él/ella no le gustaría que sufrieras”: el sufrimiento no es opcional y este tipo de comentarios solo puede provocar sentimiento de culpabilidad en quien lo recibe.
- “Distraerte es la solución”: es una de las ideas más peligrosas, ya que bloquear, distraer o disfrazar el dolor sólo contribuye a complicar el duelo. El duelo es algo que hay que sufrir y hay que pasar. Es un proceso largo y doloroso. Huir de él sólo bloqueará el flujo curativo que se produce de forma natural.
- “Hay que ser fuerte”: “tienes que ayudar a los demás”, “piensa en tus hijos” … Estas ideas aplicadas de forma estricta conducen a un bloqueo emocional que puede degenerar en la patologización del duelo. Obligamos además a las personas a asumir un papel que, además de imposible, es inadecuado.
- “Si no lo superas, no dejas descansar al fallecido”: si ya de por sí es doloroso no superar un duelo, más dolorosa es la idea de cargar con la culpa de estar impidiendo el descanso del fallecido.
- “Sé cómo te sientes”: cada persona experimenta su dolor de una manera única. Debemos invitarle a compartir sus sentimientos y no dar por supuesto que los conocemos.
- “Llámame si necesitas algo”: estos ofrecimientos indefinidos suelen declinarse. No esperemos a que nos busquen. Tomemos la iniciativa de llamar o visitar al doliente.
A veces lo más apropiado cuando no sabemos qué decir es simplemente: “No sé qué decirte porque no creo que existan palabras que puedan aliviar tu dolor”.
En cualquier caso, es importante expresarnos desde la sinceridad, el cariño y la empatía.