Blog

Ante la pérdida de un ser querido es habitual manifestar algunos síntomas similares a la depresión, como sentimientos de tristeza y desánimo, llanto frecuente, pensamientos rumiativos sobre el ser querido, insomnio, falta de apetito y pérdida de peso.

Esto no significa que estemos atravesando una depresión, clínicamente hablando, ni que nos ocurra nada “malo”: el duelo es una reacción normal, con una expresión única en cada persona, que nos ayuda a procesar, aceptar e integrar en nuestra realidad la pérdida del ser querido.

Normalmente se habla del duelo como un proceso, porque se suelen atravesar una serie de etapas que a continuación describimos. No obstante, no todas las personas tienen por qué vivirlas todas, ni con la misma intensidad o duración, ni siquiera en el mismo orden. Como hemos dicho antes: cada duelo es único en cada doliente.

 

Las fases habituales del duelo son:

  1. Negación. Incapacidad de creer lo que ha ocurrido, que esto nos pueda estar sucediendo a nosotros. Puede tratarse de una negación cognitiva “no me lo puedo creer, esto es un sueño” o emocional “sensación de estar anestesiado emocionalmente, incapacidad para sentir”.
  2. Enfado o ira. Es una reacción ante la frustración que nos produce la pérdida que no deseamos ni controlamos. Puede expresarse mediante la búsqueda de culpables, rabia contra los allegados, contra nuestras creencias religiosas, etc.
  3. Negociación. Estamos acostumbrados a controlar las situaciones, a buscar alternativas… Por ello, en esta fase, generalmente breve, buscamos alternativas: “¿qué habría pasado de haber tomado otra opción de tratamiento?”, “¿y si hubiéramos recurrido a otros médicos?” … En este sentido, puede ser una prolongación de la etapa de ira. Algunas personas también pueden fantasear con poder revertir la situación mediante promesas, peregrinaciones religiosas y otros ofrecimientos o pactos.
  4. Depresión. En esta etapa se suelen experimentar sensaciones de tristeza profunda, añoranza del ser amado, falta de ilusión por actividades que antes nos resultaban placenteras, falta de energía o la idea de que nunca podremos volver a ser felices. Sin embargo y aunque el nombre de esta fase pueda llevar a error, esto no significa que tengamos una depresión clínica: esta es una etapa más del duelo normal.
  5. Aceptación. Sin duda, este es el paso más complejo en el proceso del duelo, ya que implica aceptar lo que ha ocurrido, el hecho de que ese ser querido no volverá y que tendremos que aprender a vivir en un mundo en el que esa persona ya no está. Cuando esta fase se está desarrollando, es habitual experimentar episodios con sentimientos de culpa: “¿cómo voy a ser feliz en un mundo en el que no está mi ser amado?”

 

Y tras este proceso que, como hemos dicho, puede ser variable en tiempo, intensidad y expresión en cada persona, estaremos preparados para continuar: admitiendo que nuestro ser querido ya no está con nosotros, pero que los posibles conflictos con él o ella ya están resueltos. Sentiremos que nos aportó algo único en nuestra vida y que, de algún modo, siempre formará parte de nuestra historia y de nosotros mismos. Así podremos seguir adelante con nuestras vidas de una forma saludable.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Publicar comentario