Cuidadores familiarescuidado del cuidador

El cuidado de un familiar es una experiencia muy especial, que puede ser positiva y muy satisfactoria. Ayuda a estrechar lazos y a reforzar nuestro sentimiento de utilidad en aquellos momentos en los que más se nos necesita. Además, permite descubrir cualidades que muchas veces desconocemos de nosotros mismos.

Esta etapa también implica sacrificio y dedicar mucho tiempo y energía. Adaptarse al cuidado de una persona mayor, enferma o dependiente, conlleva múltiples cambios en el día a día de las familias (organización, trabajo, salud, economía…). Por ello, es fundamental ser conscientes de la necesidad de cuidarse uno mismo para poder cuidar bien.

¿Qué pautas podemos seguir?

  • Rutina de sueño: el descanso es imprescindible para afrontar las tareas diarias, tanto personales como relacionadas con el cuidado. Dormir bien previene el aumento de la tensión emocional, la irritabilidad o la fatiga.
  • Ejercicio físico: el ejercicio nos permitirá desconectar tanto física como mentalmente. Es necesario adaptarlo tanto al tiempo disponible como a la capacidad de cada uno. Caminar aprovechando las salidas fuera de casa, dar un paseo con la persona enferma (si es posible), gimnasia, natación, yoga… Cualquier alternativa es buena.
  • Buena organización del tiempo: esto nos permite gestionar mejor las tareas diarias. El cuidado desestructura toda la planificación que teníamos previa. Hay dos aspectos que debemos tener en cuenta. El primero es elaborar la planificación de forma realista, combinando tareas que debemos realizar y orden de prioridad de estas. El segundo aspecto es hacer partícipes a todos los miembros de la familia de los cambios y decisiones.

La dinámica “Distribuyendo nuestro tiempo” es una herramienta muy útil para reflexionar sobre cómo nos organizamos en el día a día:

Dibujaremos un círculo en el que vamos a distribuir de forma proporcional el tiempo dedicado a diferentes actividades.

A la vez, haremos una lista con las actividades a las que dedicamos más tiempo durante la semana: cuidar a nuestro familiar, trabajar, tareas de casa, leer, ver series, jugar con los niños, ocio, salir, etc. Distribuiremos la lista en el círculo haciendo porciones que reflejen el porcentaje de tiempo que nos ocupa cada actividad.

Al concluir, hay que indicar el grado de gratificación de cada una y cuánto tiempo real nos gustaría dedicarle. Aunque el cuidado de la persona nos ocupe mucho tiempo, habrá que sacar tiempo para desconectar.

Cuidado empieza por uno mismo - Parcesa
  • Descanso: tan necesario como la organización es “tomarse un respiro”. Distraerse, darse un pequeño capricho, aprender técnicas de relajación, aprovechar los momentos de descanso de la persona a la que estamos cuidando (por ejemplo, la siesta), realizar actividades lúdicas, leer un libro… Cualquier cosa que nos haga desconectar durante un rato de la rutina diaria.
  • Límites en el cuidado: debemos huir de la sobreprotección y fomentar la autonomía y el autocuidado. Hay que dejar que la persona dependiente haga todo lo que pueda y evitar darle más cuidados de los necesarios.
  • Preguntar todas las dudas e informarse: los equipos de atención sanitaria están preparados para solucionar todas las dudas relacionadas con el cuidado. Al mismo tiempo, conviene estar informados sobre los recursos (asociaciones, fundaciones, programas de voluntariado…) que puedan ayudarnos en estos momentos.
  • Evitar el aislamiento: el tiempo libre es imprescindible cuando se cuida a un familiar. Hay que tener un espacio para nosotros, para hacer lo que nos gusta, irnos de vacaciones o disfrutar de la compañía de los nuestros. Para ello, podemos pedir ayuda a familiares o amistades para que nos sustituyan durante esos periodos o recurrir a servicios profesionales que cubran los cuidados, como la ayuda a domicilio o centros residenciales.
  • Prestar atención a algunos signos de alarma: los cambios de humor constantes, los estados de ánimo cambiantes, la facilidad para enfadarse, la falta de concentración, la sensación de soledad y el cansancio extremo pueden ser provocados por un exceso de autoexigencia que requiere la ayuda de profesionales sanitarios.

Además, la culpa puede acompañarnos durante todo el proceso, así que hay que evitarla y quedarnos con la sensación de que estamos cuidando de la forma más humana posible, desde el respeto, la empatía y el buen hacer.

Consejos prácticos para cuidadores:

Autocuidado personal
– Mantener hábitos regulares de comida.
– Dormir lo suficiente (más de 6 horas al día)
– Pedir ayuda cuando se necesite.Aceptar ayuda cuando nos la ofrezcan.
– Descansar de forma regular de las tareas del cuidado.
– Compartir las emociones y sentimientos con todos los miembros de la familia.
– Utilizar los recursos sociales para fomentar el acompañamiento y el respiro familiar.
Comunicación y relación con la persona cuidada
– Permitir que afloren las emociones de la persona que requiere los cuidados: el silencio, el llanto, escuchar los miedos y preocupaciones, acompañarle con gestos cariñosos…
– Respetar el rol habitual que tenía con la familia.
– Ser sincero con la verdad de la situación, siempre con delicadeza.
– Responder a las preguntas del resto de miembros de la familia.
– Dejar espacio a nuestro familiar para que hable sobre sus preocupaciones.
– Recordar y compartir historias familiares.
– Permitirle hacer un análisis sobre su vida.Recordar buenos tiempos.
– Cumplir o compartir rituales religiosos.
Sobre la muerte
– Pese a que nos produzca rechazo hablar sobre este tema, no puede convertirse en algo tabú.
– Dar espacio al enfermo para que tome sus propias decisiones.
– Hablar sobre qué quiere que ocurra cuando fallezca: qué hacer con sus cosas, en el funeral…