Espacio de Cuidadores
En la sociedad en la que vivimos la muerte de una persona de avanzada edad es un acontecimiento que calificamos como “natural”, intentando minimizar el dolor que produce y en muchas ocasiones desautorizando al doliente a expresar sus emociones bajo el lema de “es ley de vida”.

El fallecimiento del cónyuge es uno de los acontecimientos vitales estresantes más importantes que vive el ser humano. Cada año miles de mayores experimentan esa situación, un añadido especialmente duro a la creciente vivencia de pérdidas sufridas.

En esta etapa de la vida se desencadenan cambios radicales que conllevan pérdidas importantes, como el deterioro de la salud, la pérdida de autonomía, cambio del entorno social y familiar, y modificación de las expectativas vitales. Todas estas pérdidas suponen un desafío y un esfuerzo constante por adaptarse a un entorno cada vez más cambiante.

Entender esta experiencia de duelo es muy importante para poder apoyar, comprender y empatizar con aquellos que atraviesan este duro proceso. Podemos destacar algunas características de este tipo de duelo:

  • Cada duelo es único. Podemos encontrar mayores que manejan la pérdida de forma adecuada, experimentando crecimiento personal y aprendiendo nuevas habilidades y también otros que sienten un parón en su vida y tienen grandes dificultades para seguir adelante.
  • “No estar solo pero sentirse solo”: se identifica la soledad como el mayor sentimiento, persistiendo durante todo el proceso.
  • No debemos olvidar que además de la carga emocional que acompaña al fallecimiento de un familiar, existe una reorganización de roles, en los que la persona que queda tiene que asumir la carga de las tareas de la que ya no está. Este proceso puede ser muy complicado cuando las tareas estaban claramente divididas y requiere sobreponerse a los déficits en habilidades para abordar de forma efectiva los problemas de la vida diaria.
  • Uno de los problemas más frecuentes aparece cuando la persona que ha enviudado tiene que tomar decisiones y elegir entre lo que quiere hacer y lo que cree que los demás esperan que haga. En muchas ocasiones se vive según las expectativas de los demás, incluyendo las del propio fallecido.
  • El proceso de mejoría no es lineal, aparecen crisis, definidas como punzadas de dolor, en fechas señaladas como cumpleaños, aniversarios, navidades y que, pese a no suponer un retroceso global, hace que el duelo en personas mayores sea una montaña rusa con muchas subidas y bajadas hasta llegar a la total aceptación.
  • Toma más importancia que nunca la comunicación y la expresión de las emociones, hay que evitar silenciarlas y permitir un espacio seguro donde el doliente pueda comunicar cómo se siente.
  • A pesar de su pérdida, las personas mayores pueden seguir experimentando crecimiento personal.
  • Los mayores necesitan seguir desarrollando su proyecto vital y cuidar ámbitos como las relaciones, el ocio, la economía, etc.

¿Cómo podemos ayudar a un mayor que se encuentra atravesando un proceso de duelo?

Para acompañar en este duelo es importante tener en cuenta tanto la dimensión física como emocional.

  • Fomentar el autocuidado: es importante que se adquieran rutinas saludables, siempre teniendo en cuenta las capacidades físicas y cognitivas. Incluir ejercicio físico de forma regular, una alimentación equilibrada y cuidar el sueño son aspectos esenciales para aumentar el bienestar tanto físico como emocional.
  • Realizar actividades que le mantengan activo y a su vez ayuden con el trabajo del duelo. La escritura de un diario o cuaderno de vida es una de las herramientas más útiles para gestionar las emociones provocadas por la pérdida y facilita un espacio de introspección y conocimiento personal.
  • La expresión abierta de sentimientos es un aspecto muy importante para tener en cuenta en el acompañamiento al duelo, más aún cuando se tratan de procesos en personas mayores. El trabajo con fotos, exploración de recuerdos, pintura y escritura fomenta además de la expresión de las emociones, la aceptación de la pérdida.
  • Intentar que la persona reconecte con intereses y actividades que formaron parte de su pasado y que proporcionaron alegría y satisfacción. Reconectarse con la red de apoyo social es igual de importante ya que proporciona una fuente de consuelo en estos duros momentos.

Estas estrategias integran el cuidado físico, la liberación emocional y el reenganche social.

Cuando la persona mayor no avanza en su proceso o no cuenta con las herramientas necesarias para afrontarlo de forma normalizada, es bueno buscar apoyo profesional.

La terapia en duelo ofrece estrategias adaptativas para manejar el dolor, facilitar la comprensión de las emociones y encontrar formas saludables para avanzar.

Los grupos de apoyo ofrecen también soporte emocional y permiten conectar y compartir experiencias con personas que están atravesando la misma situación. El grupo evita el aislamiento social y proporciona una red de estrategias compartidas para lidiar con la pérdida, se fomenta un sentido de comunidad donde cada participante puede tanto recibir como facilitar apoyo.

Aunque muchos mayores que están atravesando un proceso de duelo no son capaces de visualizar un nuevo futuro fuera de la relación que han perdido, la experiencia afirma que la mayoría puede retomar un proyecto vital diferente, pero no por ello menos importante. Encontrar este nuevo camino no niega la realidad de la pérdida, sino que reconoce el instinto de adaptación, crecimiento y búsquedas de nuevas formas de ser y vivir.