La muerte es un hecho inherente a la vida, pero no resulta menos dolorosa por ser consciente de ello, y mucho menos si se trata del fallecimiento de un ser querido.
Cuando perdemos a un progenitor mayor, muchas veces se pueden escuchar frases de amigos y familiares, tales como: “tuvo una vida larga, debes estar contento con eso”, o “eres afortunada porque haya muerto tan rápido”. Estas frases, cargadas de buenas intenciones, pueden provocar una sensación de subestimación del duelo, cómo si no tuviésemos derecho a llorarles por haber muerto al ser mayores.
La muerte de los padres tiene unas repercusiones muy importantes en nuestra vida. Si fallece uno de ellos, lo normal es reorganizar nuestro día a día para estar pendientes y hacerse cargo del progenitor que sigue con vida.
En caso de morir los dos, sentimos que desaparece la generación que nos precede, se produce de forma metafórica una especie de relevo, y eso, además de estar unido al dolor de la pérdida de nuestros padres, puede provocar miedos y angustia ante la propia muerte.
En estas circunstancias y pese a la independencia que ya tenemos en todos los sentidos, se crea un sentimiento de orfandad, puesto que ya no seremos un hijo ni una hija para nadie.
Cómo superar la muerte de una madre o un padre
Existen algunas estrategias que podemos seguir y que nos permitirán recomponernos y superar la muerte de una madre o un padre:
- Hablar sobre la muerte de ese ser querido con amigos y familiares ayuda para darle realidad a la muerte y para compartir anécdotas y recuerdos.
- Aceptar nuestros sentimientos: después de un fallecimiento tan cercano se pueden experimentar todo tipo de emociones. Es normal sentir rabia, tristeza, frustración, cansancio físico, etc.
- Practicar el autocuidado: es primordial sentirnos bien con nosotros mismos para poder enfrentarnos a la nueva realidad: comer bien, hacer ejercicio y descansar nos ayudará a superar cada día y a seguir adelante.
- Ayudar a otras personas que están pasado por una pérdida hará más fácil lidiar con la pérdida de una forma más sana.
- Rememorar y celebrar la vida del ser querido: el recuerdo es lo que nos queda de la persona fallecida. Enmarcar fotos, hacer una línea de vida con todos los recuerdos, plantar un árbol en su memoria o cualquier tipo de homenaje son formas de tenerles presentes desde el recuerdo, el cariño y el amor.
Además del dolor provocado por la pérdida, nos encontramos ante la necesidad de solucionar obligaciones prácticas como qué hacer con sus posesiones, testamentaría y otras gestiones jurídicas y burocráticas.
Es fundamental no aislarse en esos momentos, dejarse ayudar por el entorno antes de tomar decisiones importantes y, sobre todo, recurrir a profesionales especializados cuando sintamos que no sabemos cómo avanzar.
Afrontar la pérdida de una madre o un padre
La pérdida de los padres puede tener implicaciones negativas a nivel emocional, físico y mental. Este impacto depende de muchos factores, entre ellos el tipo de relación que se tenía con los progenitores, el medio y la cultura, las circunstancias de la muerte, etc.
Enfrentarse a ese sentimiento de orfandad es una experiencia sobrecogedora: dentro de nosotros siempre habrá un niño/a que desea acudir a sus padres para sentirse apoyado y protegido. Cuando estos mueren, esa opción desaparece y la sustituye un sentimiento de abandono.
Cómo respondemos a la pérdida de los padres
La forma en que se responde a la pérdida de los progenitores es muy subjetiva y varía en función de una serie de condiciones:
Vinculación con los padres
La calidad afectiva que existe entre padres e hijos puede aumentar o disminuir el dolor provocado por la pérdida. A menudo pensamos que cuando hay una mala relación la muerte provoca menos dolor, pero no siempre es así, ya que puede abrir antiguas heridas y sentimientos de culpa. Por el contrario, una buena relación con los padres, sin rupturas, resentimientos ni cuestiones pendientes facilita una despedida más serena y tranquila.
Personalidad
Las características personales de cada uno de nosotros determinarán el modo de encajar esta pérdida. En general, alguien con rasgos depresivos, pesimistas o introvertidos, tiene más posibilidades de vivir esa pérdida de un modo más triste que alguien positivo y con tendencia a tener unas buenas relaciones sociales.
Red de apoyos
El soporte social es fundamental en este tipo de procesos. Tener a alguien que acompañe, que ayude a contener y que canalice la ansiedad, facilita esta situación y ayuda a que se supere de una forma más sana a quien lo tenga que vivir en soledad.
Cuidados realizados
Por norma general, en la etapa adulta, los duelos que nos encontramos suelen ser anticipados, debido a que la muerte de los progenitores se produce por alguna enfermedad, por tanto, ya es esperada. Se produce un periodo de cuidado, acompañamiento y despedida previa que favorece la aceptación de una muerte cercana.
El camino que debemos recorrer en el duelo por el fallecimiento de los padres está lleno de anhelo y dolor, pero, a medida que avanzamos en él, aprendemos quiénes somos y quiénes fueron nuestros padres en nuestra vida. Estableceremos una nueva relación y aprenderemos a vivir con su ausencia.
Nerea Benito Escudero
Psicóloga clínica experta en duelo.
Parcesa. Servicios Funerarios