Blogduelo de un padre que ha perdido a un hijo

Cuando sufrimos la pérdida de un familiar, cualquier fecha especial se convierte en una montaña rusa de emociones. Cumpleaños, Navidades, aniversarios…hacen que la ausencia de
la persona fallecida esté más presente que nunca.

La pérdida de un hijo es muy dolorosa, ningún padre o madre están preparados para ella. Nuestro mundo cambia, se pone patas arriba y nos invaden las sensaciones de culpa y fracaso. Es irremediable pensar que no pudimos protegerlo y cuestionarnos si lo que hicimos fue suficiente o podríamos haber hecho algo más.

Los padres suelen ser los grandes olvidados cuando esto sucede. Muchas veces el entorno se concentra en aliviar el dolor de la madre, anulando el dolor paterno. Aún, hoy en día, se sigue cargando a los hombres con el peso de “ser fuertes” y apoyar a su cónyuge. Es fundamental romper esa barrera, validar las emociones y los sentimientos, y saber que los hijos duelen por igual. Se debe reconocer, tanto social como culturalmente, ese permiso para sufrir su dolor, sin corazas y en condiciones de igualdad.
La muerte de un hijo convierte el Día del Padre en una fecha muy difícil de afrontar. No importa el tiempo que haya pasado desde el fallecimiento, ya que cada pequeño detalle hace recordar que ya no podremos celebrarlo como lo hacíamos antes.
En estas fechas existe poco reconocimiento a los padres que han sufrido una pérdida. Las estampas de familias felices lo llenan todo y monopolizan la televisión, la radio y las redes
sociales.


Estas son algunas sugerencias para poder organizar cómo pasar un día tan señalado:

  • Anticipación. Se debe planificar y organizar cómo queremos vivir ese día, para así disminuir el estrés y la incertidumbre que provoca. Podemos decir dónde queremos pasarlo, con quién queremos estar o qué acto queremos realizar para honrar la memoria de nuestro hijo. Las emociones, sentimientos y recuerdos estarán a flor de piel, y esa planificación nos ayudará a sentir una mayor sensación de control frente a un día que puede resultar abrumador.
  • Apoyo social. Es tentador pasarse todo el día tirado en la cama o en el sofá y esperar simplemente a que pase, pero sabemos que no es algo positivo. Hay que aprender a escucharse y equilibrar los momentos de soledad con los de compañía. Nuestros familiares y amigos son el soporte que necesitamos en los días que más nos cuesta seguir adelante. Pueden ayudarnos a organizar una actividad en memoria de nuestro hijo, acompañarnos al cementerio o simplemente quedarse a nuestro lado.
  • Actos simbólicos. Existen muchas maneras de rendir homenaje a los familiares que ya no están. Debemos definir el acto simbólico que más nos haga sentir ese vínculo, concretar dónde vamos a realizarlo y quién queremos que nos acompañe. Escribirle una carta, organizar una suelta de globos con mensajes especiales, preparar un álbum de fotos y verlo en familia, preparar su comida favorita… Cualquier opción es buena, siempre que nos permita conectar con nuestro hijo y que calme las emociones tan intensas que sentiremos ese día.
  • Emociones. Los días que rodean al Día del Padre sentiremos que los recuerdos se intensifican. No podemos evadir nuestro dolor y hacer como si nada hubiese sucedido. Debemos dejarnos espacio para sentir, sin necesidad de mostrarse siempre como “el fuerte” de la familia. El proceso de duelo tiene una verdad absoluta y es que siempre va acompañado por el dolor. Podemos buscar espacios para relajarnos y aliviar el estrés físico y emocional. El ejercicio, la música, las actividades al aire libre…permiten conectar con nosotros mismos.

Estos días traerán una profunda tristeza y nostalgia. Las reacciones se agudizarán y sentiremos el dolor como si la pérdida fuese reciente, pese a que ya haya pasado tiempo. Encontrar consuelo en nuestros seres queridos y expresar la angustia que nos provoca, hará que nos sintamos acompañados y que centremos nuestras fuerzas en honrar al ángel que nos acompaña cada día.

Nerea Benito
Psicóloga experta en duelo