Se acerca el día de Todos los Santos, una fecha especial que está marcada en el calendario para honrar a los seres queridos que han fallecido.
Este día, los cementerios se llenan de personas que acuden a visitar las tumbas, llevan flores y se reúnen en familia para homenajear a los familiares y amigos que ya no están.
Una de las dudas más frecuentes que aparecen en estos momentos es si se considera adecuado que los niños acudan a los rituales junto con el resto de la familia.
En anteriores artículos ya hemos abordado las pautas generales a seguir con los más pequeños cuando hay un fallecimiento en la familia. En este caso, nos vamos a centrar en cómo involucrarles en un día tan señalado.
A partir de los 6 años, los expertos consideran que los niños pueden participar en cualquier ritual. Esto suele ser beneficioso y no conlleva consecuencias negativas para ellos.
La imaginación de los niños va unida a las películas y cuentos de los que se empapan. Si nos fijamos, los cementerios que aparecen en ellos suelen ser lugares tenebrosos, con ruidos extraños, una niebla que no desaparece e incluso pequeños animales saliendo de los lugares más inesperados.
Si el niño no ha visitado nunca un cementerio o no se le han mostrado fotografías, ésta es la referencia que tendrá, por lo que es normal que, cuando le propongamos la visita, no esté muy predispuesto a realizarla.
Lo primero que debemos tener claro es que la visita al cementerio debe ser algo voluntario. Si no quieren ir, no hay que forzarles.
Las primeras veces siempre generan ansiedad, por lo que conviene anticiparles sobre qué van a ver y qué se va a hacer. Conocer cómo son las cosas ayuda mucho a manejar la ansiedad de estas primeras veces. Le explicaremos cómo es el cementerio, la diferencia que existe entre los nichos y las sepulturas, la tradición de depositar flores y de juntarse toda la familia en días señalados. También es bueno contarle que se encontrará con gente triste y que posiblemente alguna persona de la familia llore durante el rato que estemos allí. De esta forma se normalizarán los sentimientos ante la pérdida y el niño no se asustará.
Tenemos que explicarle el propósito de esa visita, el motivo por el que solemos ir al cementerio: para dejar flores, limpiar y arreglar la lápida, hacer despedida simbólica si no pudimos hacerlo en vida para homenajear a nuestro ser querido, etc.
Es recomendable preparar alguna ceremonia familiar para que los niños puedan participar. Al margen de las tradiciones de ese día, podemos inventar algún rito alternativo que sirva para homenajear a nuestro familiar. Desde decir unas palabras, llevar un dibujo, cantar una canción, escribir recuerdos, contar anécdotas… Cualquier tradición es buena siempre que sirva de unión entre los miembros de la familia. Se debe involucrar a los más pequeños para que se sientan parte de algo tan especial.
Nunca olvidemos que la decisión de ir o entrar en el cementerio es siempre del menor. Si decide ir y en cualquier momento percibimos que siente incomodidad, le preguntaremos si quiere salir y le acompañaremos sin darle importancia, explicándole que es una reacción normal.
Por último, debemos estar abiertos a responder a cualquier pregunta que puedan hacernos, mostrándonos disponibles para ellos y animándolos a preguntar todo aquello que les genere curiosidad.
Según nuestra tradición, el cementerio es un lugar donde acudimos en familia para mostrar respeto a la persona fallecida y donde la unión es la pérdida, el recuerdo y el amor. Por todo ello es muy importante que los más pequeños se sientan incluidos e importantes, ya que les estaremos dando las herramientas necesarias para afrontar los duelos venideros.
Nerea Benito Escudero
Psicóloga clínica experta en duelo