Blogchico llorando en la calle

Una de las situaciones más difíciles a las que puede enfrentarse una persona es a la de saber que un ser querido padece una enfermedad terminal y que la pérdida del mismo es inevitable.

Cuando lamentablemente uno se encuentra en esta situación es recomendable conocer las particularidades del proceso del duelo, tanto del propio enfermo como de sus familiares y seres queridos, para poder afrontar el terrible desenlace.

En el ámbito de la psicología se conoce al duelo de la enfermedad terminal como “duelo anticipatorio”. El propio enfermo hará un proceso de duelo que comenzará al conocer su diagnóstico. La fase de negación se agudizará siendo normal que el enfermo no quiera aceptar su enfermedad, buscando infinidad de segundas opiniones. También es frecuente que aparezcan fuertes sentimientos de culpa “si no hubiera tenido este estilo de vida, si hubiera elegido un trabajo con menos estrés etc. esto no me habría sucedido”. La fase de enfado o ira (hacia sí mismo u hacia otros: médicos, familiares etc.) y la fase de negociación (intentar revertir la situación probando tratamientos alternativos, haciendo pactos con Dios en el caso de personas creyentes o el acercamiento a alguna iglesia en el caso de no creyentes etc.) son expresiones habituales de la fase de negociación en este tipo de situaciones e irán evolucionando progresivamente hasta que el enfermo racionalice lo que le ocurre y lo que le va a ocurrir. La fase de depresión es probable que se caracterice por la falta de comunicación con los otros y el aislamiento, el deseo de estar solo, de no hablar de su enfermedad o hacerlo en términos no emocionales es frecuente en los enfermos terminales. Y, por último, en la fase de aceptación el enfermo se reacomoda a su condición, intentando adaptarse a la realidad, queriendo arreglar todos sus asuntos, tanto mundanos como emocionales y espirituales para poder marcharse en paz y expresando deseos de disfrutar del tiempo que le queda de vida.

Como familiar o ser querido de un enfermo terminal es importante conocer el proceso por el que éste va a pasar para poder acompañarle y apoyarle. Pero, al mismo tiempo, el ser querido del enfermo también elaborará su propio proceso de duelo anticipatorio y este también tiene una serie de particularidades:

  • Los sentimientos de tristeza comienzan antes de la pérdida del ser querido, pero pueden ser igual de intensos.
  • La sensación de “anestesia emocional” ante la situación o el desapego hacia el enfermo son frecuentes. No se trata de que no sea realmente un ser amado, es un mecanismo de defensa psicológica ante la inminente pérdida de alguien importante que ya no formará parte de nuestras rutinas.
  • Bloqueo para tratar con el paciente terminal. “Quiero hablar con él, pero no sé qué decirle”, es una frase habitual en los seres queridos de un enfermo terminal. Se debe realizar un esfuerzo para salir de esta situación de bloqueo ya que no es positivo ni para el enfermo (no está siendo acompañado) ni para el ser querido (complica la elaboración del duelo).
  • Puede aparecer el “deseo” de que el enfermo fallezca cuanto antes dado que ser testigos del sufrimiento o deterioro físico del enfermo provoca un inmenso miedo y sufrimiento. La fatiga en el cuidador principal del enfermo también puede provocar este “deseo”.
  • Producto de las tres características anteriores es habitual que sean duelos donde los sentimientos de culpa están muy presentes. La idea de “desear” el fallecimiento del ser querido o de sentirse incapaz de sentir o de pasar tiempo con él choca frontalmente con la escala de valores del doliente generando una fuerte culpabilidad. Por ello es importante conocer que son reacciones psicológicas normales en estas situaciones y afrontarlas.
  • Ansiedad o miedo. La sensación de no saber cómo se va a organizar la vida tras la pérdida puede provocar una fuerte ansiedad.
  • Sueños frecuentes sobre el fallecimiento. El sueño es un mecanismo que nos prepara para lo que va a ocurrir y ayuda a la integración de los sucesos desagradables. También son habituales los sueños en el que el enfermo sana, lo que es una expresión inconsciente de nuestro deseo.
  • Aislamiento social. Es habitual no querer hablar de lo que se siente ante la inminente pérdida y eso lleve a aislarnos, sin embargo, mantener un espacio de comunicación donde poder desahogarnos es sumamente importante para la correcta elaboración del duelo (puede ser con una persona en concreto, mediante la escritura de diarios, haciendo uso de algún grupo de apoyo etc.)

 

No obstante, hay que intentar ser conscientes que una enfermedad larga posibilita aceptar la pérdida de una forma progresiva, dando la oportunidad de resolver los asuntos pendientes con el enfermo, reconciliarse y perdonar los desencuentros que se hayan vivido a lo largo de la relación, lo que es fundamental para poder cerrar adecuadamente el proceso de duelo. Asimismo, permite poder organizar tanto el final del enfermo (ritos de despedida) como del futuro sin él y, en muchas ocasiones, cambia la perspectiva vital, permitiendo redescubrir que es lo realmente importante para cada uno, lo que ayuda a vivir de un modo más consciente y trascendente.

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